El sufrimiento los destruye, aniquila toda voluntad y lo transforma en un ser de queja y lamento si se abandona a él, desmantela, lo enceguece y aleja de cualquier contacto, pero a la inversa puede abrirlo hacia los demás, volverlo sensible hacia su presencia. El dolor no palidece el cuerpo sino al individuo entero, alterándolo todo, reduciéndolo a la sombra de sí mismx. Habitar el dolor y recorrer la herida para transformarlo. Habitar el dolor para poder decir. Poder decir y no ocultarse. Poder decir que esta herida es el lugar por donde entra la luz.